02/06/2007

A ciento veinte años de la inauguración de los dos faros

La fecha, reunió a unas 200 personas junto al faro, que soportando estoicamente el viento que subía de los acantilados, rindieron homenaje a la patria y recordaron los 120 años de la fundación primer faro en las costas continentales del sur argentino, y de la primera biblioteca popular de la patagonia. El faro y la […]

La fecha, reunió a unas 200 personas junto al faro, que soportando estoicamente el viento que subía de los acantilados, rindieron homenaje a la patria y recordaron los 120 años de la fundación primer faro en las costas continentales del sur argentino, y de la primera biblioteca popular de la patagonia.

El faro y la biblioteca, ambos son un símbolo de nuestro destino patagónico, el primero generador de seguridad y guía para los mares del sur y la biblioteca generadora de nuestra identidad cultural.

La nota de color del acto la dieron los jinetes de las asociaciones tradicionalistas, que llegaron hasta el faro a caballo y apostados junto a las barranca recortaban sus siluetas sobre el mar.

La historia de un ícono
La primera luz continental, guía de los navegantes

El faro del río Negro, ubicado sobre una barranca de la villa marítima El Cóndor, a 30 kilómetros de Viedma, es el más antiguo de las costas continentales argentinas.
La historia cuenta que fue inaugurado el 25 de mayo de 1887 en un acto encabezado por el gobernador del territorio de Río Negro, general Lorenzo Vintter, y por el comandante de Marina Martín Rivadavia.
El faro fue instalado en proximidades de la desembocadura del río Negro, por donde había, en esa época, un importantísimo tránsito de naves mercantes que entraban y salían del puerto de Patagones, situado a 16 millas náuticas aguas arriba.
Esa estación fluvial con conexión marítima de ultramar fue, hasta la década del ’20 del siglo pasado, el puerto más importante del sur argentino y por el cual se embarcaba lana, sal y cueros.

Al principio, alimentado con gas

La histórica construcción, caracterizada por su torre enteramente pintada de blanco, se yergue a 60 metros de altura sobre el nivel del mar, la que remata la caseta de la linterna.
La lámpara original estaba alimentada con gas de acetileno, pero desde hace más de dos décadas funciona con energía eléctrica y mil watts de potencia, que hacen visible la luz hasta unos 30 kilómetros de distancia.

El destello tiene la frecuencia particular de un segundo de luz, cuatro de oscuridad, otro de encendido y catorce segundos de apagado, que se reiteran automáticamente desde la caída del sol hasta el amanecer.
Desde lo alto de la torre, a la cual se llega subiendo una escalera de caracol, se puede divisar el magnífico escenario del estuario en donde confluyen las aguas del río Negro y las del mar Argentino.

EL FARO DE LA CULTURA.

La biblioteca fue inaugurada ese mismo día,en horas de la tarde, y desde entonces a lo largo de estos 120 años estuvo ininterrumpidamente al servicio de miles de estudiantes y ciudadanos de la comarca.

Hoy funciona en el antiguo edificio del colegio de los salesianos, todo un símbolo de cultura para la comarca Viedma-Patagones.